Mientras los rescoldos de la resolución del caso aún están calientes, llega la secuela de 'Feliz día de tu muerte'. Mismo procedimiento que su precursora, que de eso se trata, con un enfoque a medias entre el susto y la parodia. Me deja la sensación de que hay cierto recochineo, para dar lugar a que la víctima sea menos víctima y el asesino menos asesino. La idea mediante la exigible vuelta de tuerca, que para eso vamos por la segunda, le imprime un carácter que cambia ostensiblemente, con más pérdida de temor y una relativa frescura que se va apagando.
Pierde fuelle con respecto a la primera, aquella que ya se apoyaba como dos de sus pilares básicos en materias nada originales, la del bucle que se repite una y otra vez y el slasher enmascarado (a este paso se les va a acabar la diversidad de máscaras para Halloween al ritmo que las ideas). Jessica Rothe, de nuevo maestra de ceremonias, es la conductora perfecta para seguir el hilo de la acción, a ratos suspense, a ratos comedia, aunque para esta secuela sea esto último lo que parezca haberse trabajado más, tomándose menos en serio a sí misma.
Los tiempos y el factor productividad indican que el tic-tac del reloj seguirá sonando al menos una vez más, y Tree y sus amigos volverán a estar repitiendo el mismo proceso de veinticuatro horas para darle otra oportunidad a Baby Face. Si el rizo vuelve a rizarse, la capacidad de sorpresa también volverá a ponerse a prueba, pero algo me dice que poco recorrido se le dejará.