Desde que Sacha Baron Cohen se diera a conocer con Ali G, en sus proyectos individuales no se ha tomado demasiadas molestias por salir de la comedia disparatada. Lo que en otros casos supondría un desgaste, en el suyo sigue siendo sinónimo de carcajada. Por el momento, al menos. El Nobby de 'Agente contrainteligente', con su look a lo hermanos Gallagher de Oasis con barriga cervecera, es todo cuanto no querrás ser: vulgar, soez, indiscreto y un imán para los problemas y lo peor de todo, no es consciente de nada de eso. Es un disparo en el centro de lo políticamente correcto que hará que no dejes de reír a menos que busques sofisticación y refinamiento. Si es así, ésta no es tu película. Absténganse también quienes esperen credibilidad en el desarrollo y un alarde de coherencia en todo cuanto vean, la parodia no lo admite. Que Mark Strong y el mencionado Cohen se parecen como un huevo a una castaña, ¿y qué? Que se abandona con excesiva facilidad a lo chabacano, pues tampoco importa mucho. A cambio obtendrán por las risas provocadas el riesgo de que sus mandíbulas terminen desencajadas.

La comedia que una versión inglesa de los hermanos Farrelly les habría gustado firmar.