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Voto de John Dunbar:
6
Drama Frida (Laia Artigas), una niña de seis años, afronta el primer verano de su vida con su nueva familia adoptiva tras la muerte de su madre. Lejos de su entorno cercano, en pleno campo, la niña deberá adaptarse a su nueva vida. (FILMAFFINITY)

Seleccionada por España para los Oscar 2018.
3 de agosto de 2020
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Todos los reconocimientos y aplausos que pueda recibir se deben gracias a algo, a menudo muy complejo, como la sencillez. La misma que es impulsada al hacer que una niña (Laia Artigas) de 7 años sea el vehículo conductor y no morir en el intento. Siempre se piensa que el talento de los niños actores se mueve por pura intuición, algo que también piensa la directora y guionista Carla Simón, pero esa intuición (innata) hay que tenerla ahí, y el trabajo con la pequeña Laia, más el de la adorable Paula Robles con apenas 4 años, para que nos emocionen con su naturalidad, es un trabajo encomiable y convincente. La verdadera clave de que la cosa haya funcionado tan bien. De todos modos, no termina ahí, porque no por ser lo primero y más destacado en mencionar el evidente protagonismo de las niñas, es menos meritoria la labor de los otros miembros del equipo delante de cámara, en especial David Verdaguer y Bruna Cusí, ganadores del Goya a actor secundario y actriz revelación, respectivamente, quienes se expresan con la misma teórica sencillez con los ojos puestos en las dos pequeñas.

Una cosa que llama la atención tras verla es su fin, por hacerlo como si fuera un punto y seguido. No porque en su pretensión esconda la posibilidad de una segunda parte, algo que es obvio que no es el estilo esperable para ello. Sin embargo, quiero inclinarme a pensar que es una circunstancia hecha con toda la intención, como lanzar un mensaje de que la vida continúa, y no como el desconocimiento de no saber cómo ponerle el punto y final.

Vida campestre bajo el sol veraniego y mucha ternura, recetas simples y bien expuestas para acabar con los celos infantiles y las ausencias de quienes te han dado la vida. Eso, y la paciencia. Rara avis, de esas que de vez en cuando pululan por ahí y logran cautivar. La jugada autobiográfica para exorcizar sus propios demonios parece haberle salido redonda, a la vista de los resultados, a la primeriza Carla Simón, quien aborda situaciones, personajes y emplazamientos personales y los expone a la vista de todos sin ningún complejo y mucha autenticidad.
John Dunbar
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