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Voto de John Dunbar:
8
Romance. Drama Hubbell Gardiner (Redford) y Katie Morowsy (Streisand) son dos estudiantes universitarios con caracteres muy diferentes. Hubbell es un atleta universitario famoso, un gran conquistador y un amante de la buena vida. Katie tiene una decidida vocación política y es consecuente con sus ideas. Ambos se enamoran y se casan, pero su vida conyugal tropieza con muchas dificultades. (FILMAFFINITY)
6 de julio de 2022
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Días de convulsión política, económica y social (no olvidemos que su punto de partida son los años de la Gran Depresión) y el activismo que se hace un hueco entre la vida cotidiana en todos los ámbitos y clases sociales. Todo comienza por el principio, en la juventud y la universidad será quien les presente, quien haga de Celestina bajo su escenario propicio para el saber y el encuentro de los amantes, testigo de amores y desamores, donde esta vez ha optado por detenerse en la historia de Hubbell y Katie, dos personas diametralmente opuestas en personalidad, ideales y actitud frente a la vida; a su vez, dos de sus estudiantes más dinámicos e indomables. Cada uno irrumpe sobre el otro cumpliendo con fidelidad el rol que les ha hecho merecedores, a su estilo, de cierta fama entre los estudiantes. Ese rol antagónico será su atracción tanto como su perdición con el conocimiento y el desgaste del tiempo.

Muchas veces, literatura o cine han descrito con pasión los amores y otras lo han hecho con dolor, pero siempre revelando que tanto uno como otro aparecen para dejar huella indeleble en aquellos que lo sufren. Arthur Laurents, adaptando su propia novela, transita por las dos caras del mismo sentimiento a lo largo de tres décadas en donde los altibajos emocionales en esa pareja que conforman Hubbell (Redford) y Katie (Streisand) son el pan suyo de cada día. Tan pronto afines, tan pronto opuestos. Felicidad y suplicio coinciden en la relación, en la convivencia, en su futuro, como dos imanes atraídos y repelidos que, permanentemente, atienden más a las leyes racionales de la física que las inconscientes del corazón, aunque el guion de Laurents siempre apuesta por despejar toda duda de qué sentimiento ha de preponderar por encima de idas y venidas. Por si alguien tiene alguna reserva al respecto, tan solo ha de valorar el final.

La memorable música de Marvin Hamlisch, condiciona positivamente desde el recuerdo este idilio nacido al albur del destino, bajo la continuada pasión de las sábanas y la discusión irreconciliable. Sin embargo, las mirandas de Redford y Streisand se confiesan siempre sin necesidad de palabras.
John Dunbar
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