Basada lejanamente en la novela Santa Evita de Tomás Eloy Martínez, éxito de ventas en 1995, llega ésta nueva versión de la vida de la abanderada de los humildes y, nuevamente, las guionistas se decantan por mostrar una Evita que nunca existió. Como es de público conocimiento la Eva Perón real detestaba a las feministas a quienes consideraba "mujeres que pretenden ser hombres y renunciar al fin último de la mujer, la familia" según sus propias palabras. No obstante, la serie muestra a una Eva totalmente convencida del ideario feminista (de los 2000) que en casi ningún momento aparece con al icónico rodete y el traje sastre, sino con una cabellera rubia que le cae sobre los hombros al gusto del montonerismo setentista y, al igual que en la opera de Lloyd y Weber, plantea una especie de competencia con Perón cuando en la realidad siempre supo -y lo dijo- que llegó a donde llegó gracias a su marido. Las actuaciones de Oreiro y Alterio (cada día más parecido a su padre) son buenas aunque no se puede decir lo mismo del Perón de Grandinetti que no solo no carece del phisique du rol sino que es sensiblemente más viejo que el Perón del `55 y, además, usa una peluca renegrida que resalta aun más su edad y lo deja casi en ridículo. La ambientación es correcta aunque es muy dudoso que en una recepción oficial se escuchara tango (algo así como si ahora en una recepción oficial se escuchara trap y reggaetón). Otro problema de cara al público extranjero (siendo un producto de Disney producido por Salma Hayek es evidente que se va a ver en el exterior) es que en ningún momento se explica que fue la "resistencia peronista" o porque Eva despertaba las pasiones que despertaba lo que para un foráneo dificultará su comprensión de lo que le están contando.