Es muy difícil clasificar a esta película. La he visto por ahí clasificada como un film de terror, o de zombies. Pontypool es una película que incomoda, genera tensión pero no hace uso de la mecánica del cine de terror. Aquí no hay persecusiones, gente escondiéndose mientras el asesino que la siguió durante tres cuadras no se toma el trabajo de abrir el placard, ni personajes que permanecen quietos para pasar desapercibidos del malo de la película.

Pontypool tampoco es un film de zombies, los zombies están de moda y comen gente a lo loco. Es más hasta se nos han vendidos films absolutamente comerciales que en teoría son un reflejo de la sociedad consumista. Ahora resulta que en esos films los zombies no compran iPhones ni hacen largas colas para conseguir la nueva consola de Sony. Comen gente como en otros miles de películas donde los zombies no son reflejo de nada.

Esta película es una idea osada, no habla de zombies, no habla de infecciones generadas por experimentos del gobierno, no busca darle un argumento razonable al inicio de la infección. No necesita gore ni persecusiones. Pontypool habla sobre el lenguaje, sobre el idioma. El idioma que está en constante cambio, y que se ha convertido en una amenaza. La amenaza radica en la repetición. Algo simplemente genial.

Es sin embargo una película no pensada para el público en general. A quien haya estudiado algo de comunicación esta historia le resultará fascinante sobre todo en su final. Y le recordará el cuento de Peter Bichsel "Una mesa es una mesa".

Pontypool es una película genial. Es cine del bueno, tiene unas actuaciones geniales. Y los personajes poseen una personalidad bien compuesta. El punto complicado es la historia, que sin ser mala, no está dirigida a todo el público. Es una historia de terror basada en las enseñanzas de Saussure.