Bonito cortometraje animado por medio de la técnica de “stop-motion”, la misma usada por el director para realizar “El Extraño Mundo de Jack” y “El Cadáver de la Novia”, entre otras. Según tengo entendido, fue uno de los primero trabajos de Burton antes de consagrarse como el director que conocemos en la actualidad. En el cortometraje se nos presenta a Vincent Maloy, un niño de siete años de personalidad tierna e inocente pero que, en realidad, quisiera asumir un estilo de vida muy diferente, uno semejante al de su ídolo Vincent Price (célebre actor de películas de terror en la década de los sesentas) a la vez que se encuentra profundamente inspirado por la obra de Edgar Allan Poe.

Puede realizarse una larga lista de aciertos en este corto, pero me gustaría centrarme en uno muy especial. La desesperante contradicción interna que la mayoría de seres humanos vivimos en la cotidianidad que nos obliga a aparentar ante los demás una imagen completamente extraña a lo que sentimos en lo más interno de nuestro ser y nuestra conciencia. El lector puede vanagloriarse diciendo: “yo soy lo que soy gústele a quien le guste”, pero carajo, parafraseando las ideas de un conocidísimo personaje: el que nunca haya aparentando lo que no siente en algún momento de su vida, que tire la primera piedra. Personalmente creo que es la mayor virtud de esta animación, desenmascarar la careta y la farsa que obligadamente llevamos en nuestra inverosímil existencia.