A quién vamos a engañar, su condición de rara avis le sirve a "Anomalisa" para esconder no pocos defectos. Pero en líneas generales, y aun con ello, creo que hay que defender esta pieza de orfebrería de Charlie Kaufman.
La crisis de la mediana edad se erige como timón de un buen puñado de otros temas en un devastador drama psicológico de cariz romántico que tontea con jugar en la onírica y pesadillesca liga de los David Lynch y compañía, aunque sin acabar nunca de hacerlo con todas las de la ley. Lo que quizás me ha dolido más que cualquier otra cosa en el mundo, no se le puede quitar el caramelo a un niño.
Entorno a lo visual y técnico de "Anomalisa" no voy a enrollarme mucho porque de sobras sabéis que soy un enamorado del stop-motion, así que no puedo ser objetivo. La película es una delicia.
Así que nada, estoy en el barco de Charlie Kaufman. Al menos por esta vez.