"El gato de las nueve colas", segunda entrega tras la genial "El pájaro de las plumas de cristal" (1970) de la denominada como trilogía animal, tríptico con el que Dario Argento se estrenó tras las cámaras, pasa directa a ser la menos estimulante de las tres. Sin ser mala, por supuesto. Tiene muchas cosas que merecen ser rescatadas aún siendo endeble. Como por ejemplo: esa cámara haciéndonos ver la acción, cuando del asesino se trata, desde sus ojos. Algo que parece la semilla de lo que luego haría mejor John Carpenter en el prólogo de "La noche de Halloween" (1978). O ese atípico trío de protagonistas.
A medio camino entre la elegancia y la clase de su predecesora y la bizarrada absoluta de la que sería la siguiente cinta, "Cuatro moscas sobre terciopelo gris" (1971), "El gato de las nueve colas" se queda un poco en terreno de nadie, queriendo ser todo sin acabar de ser nada. Su excesiva duración, es la más larga de la trilogía, también creo que le perjudica. Incluso una resolución ciertamente insatisfactoria.
En fin, cierto sabor amargo el que me ha dejado el film.