"Exam" es una pequeña pero matona cinta británica de Stuart Hazeldine, más que digna heredera de ese espíritu de thriller psicológico de encierro a lo "Cube" (Vincenzo Natali, 1997) o "Saw" (James Wan, 2004), solo que aparcando el horror puro y duro, a la que seguramente le falte esa pizca de osadía para huir del carril establecido y de la excesiva corrección. Un arrojo que aparece, de manera atropellada, en el tercer acto. Aunque más vale tarde que nunca. Un final de obra, aun así, de desenlace satisfactorio; variante que suele ser fundamental a la hora de juzgar este tipo de propuestas.
Ocho candidatos para un misterioso puesto de trabajo, una sola pregunta, un folio en blanco y ochenta minutos para responderla. A priori la cosa parece sencilla, pero nada es lo que parece en la que se va a convertir en la prueba de selección más desconcertante vista jamás.
Esa es la sencilla semilla, en apariencia, que usa Stuart Hazeldine para hacer aflorar "Exam". Un thriller psicológico a modo de cinta de encierro en un entorno que te pone a prueba, muy comedida y sobria visualmente, que logra tenerte atrapado durante noventa minutos de paranoia y desconfianza.
"Exam" llegó durante los primeros compases de la crisis económica de 2008, aventurando quizás una de las muchas problemáticas que derivarían de aquella: la laboral. Conseguir un puesto de trabajo se iba a convertir en un preciado objeto por el que matarías si fuera preciso, y Stuart Hazeldine lo ejemplifica aquí de manera muy cínica y negra.
En definitiva, a tope con "Exam". De nada os valdrá mentir en el currículum, insensatos.