Cuando alguien cuenta una historia personal y pretende que su sentir llegue a alguien que no vivió esas experiencias debe hilar muy fino. No basta con poesía, cámara que se detiene, actores nóveles que den sensación de autenticidad, los nenes... Debe de ser creíble. Y hasta el final y con dificultades eso no me ocurre. No me creo lo que pasa. Con los niños siempre suelo ver visiones de los mayores trasplantadas de forma adulta tratando de ser adaptadas a la edad. Y luego los adultos en la película, seres idealizados (y la niña precisamente no los percibe así) que se comportan como ángeles venidos del cielo y que hacen más irreal el entramado. No hay complejidad ni conflicto en casi nadie (levemente la abuela) salvo en la niña. Y lo que vemos no es sólo su mirada, es la de un adulto que recuerda pero que me trasmite sólo a ratos y al final.