La verdad es que nunca le he pillado yo el rollo a Eli Roth. Para mí nunca ha pasado de ser un muchacho con un gusto exacerbado por el gore y la sangre, con un talento limitadito que, eso sí, es un tipo listo, ya que ha sacado provecho de sus escasas dotes pegándose a Tarantino para adquirir notoriedad. Ninguna de sus películas me han provocado nada excepto ganas de vomitar y eso que “Cabin Fever” no estuvo tan mal. Así que no tenía yo demasiadas expectativas cuando me puse a ver esta película pero, desgraciadamente, se vieron decepcionadas.
Porque es que la película es mala con ganas, no tiene ni la más mínima intriga y, llegado a cierto punto, no tiene el más mínimo interés. La trama va de un hombre que se queda solo en casa y recibe la visita de unas muchachas que, las muy pillas, lo quieren seducir para luego hacerle la vida imposible. Tal cual, como suena. ¿Motivaciones? Cero. ¿Explicaciones? Ninguna. Y para colmo el elenco es para morirse. Lorenza Izzo y Ana de Armas despiertan la risa floja en más de una ocasión, si lo que querían era parecer inquietantes, no lo consiguieron, pero el que se lleva la palma es Keanu Reeves con una ¿interpretación? descacharrante. Es verdad que nunca ha sido un talento portentoso, pero esto... es demasiado. Un tipo que ha trabajado para Coppola, Scorsese o Van Sant y con éxitos como “Speed”, “Matrix” o “Le llaman Bodhi” daba para una carrera mejor.
En definitiva, una película que es un completo estropicio. Tiene unas escenas que llevan a sonrojo más vergonzante. Por sacarle algo positivo, quizá lo único bueno que se puede decir de la filmografía de Roth es que acojona al personal con las mayores tentaciones o planes. Irte de acampada con tus amigos, irte de mochilero por Europa y que te salga plan, irte de vacaciones idílicas o tener una experiencia sexual con dos jovencitas puede ser muy peligroso. Se las pondré a mis hijos para meterles miedo.