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España España · Shangri-la. Andalucía
Voto de Maggie Smee:
8
Comedia Película biográfica con toques de comedia sobre el cineasta y artista Guillaume Gallienne. Se centra sobre todo en la estrecha relación que tenía con su madre. Un recorrido por las emociones, los recuerdos y la familia. (FILMAFFINITY)
28 de marzo de 2014
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mayor acierto de “Guillaume y los chicos, ¡a la mesa!” es el de haber sabido adaptar al lenguaje cinematográfico un monólogo teatral, con el ingenio suficiente para hacerlo de forma original y sin renunciar a sus posibilidades teatrales, y lo de lo teatral, conviene aclarar que aunque se use a menudo de forma peyorativa, aquí está utilizado como halago. No soy de esa clase de público que confunde la falsedad con la teatralidad o el mundo del circo y de los payasos con los cretinos o mamarrachos. Al término de la película incluso alguien del público sin mucha idea llegó a comentar que poniendo a un humorista cualquiera “de los que salen en la tele” y “rodándola igual”, la “posible versión española” sería fácil y barata hacerla. Y el pensar eso es donde el error es mayúsculo (espero no haber dado una cutre idea a ningún productor de cuarta). Que no se crean que saldría baratita y más graciosa, o incluso igual de graciosa. Es de agradecer su naturalidad, y a veces su desenfado, pero está muy bien urdida (que como buen film inteligente no lo evidencia), y lo que parece improvisación o casualidad es fruto de un concienzudo trabajo. Además el “alma” de todo el proyecto es Guillaume Gallienne, que, a parte de que pueda resultar ingenioso y/o gracioso no es un chistoso del montón. El que se sepa mover como pez en el agua en todo este embolado no es de chamba, es debido a que es un actor que pertenece a la Comédie Française, es decir, un actor con base. Sabe de dramaturgia, utiliza bien los tiempos y aunque haya escenas no del todo resueltas otras, sin embargo, están llevadas a cabo con gran eficacia. El resto de los actores responden con complicidad a la propuesta, da la impresión que se encontraban muy cómodos, y en todo momento está bien dirigida y sobre todo muy bien montada. No voy a destripar nada de su banda sonora o de su argumento, porque creo que rompería cualquier efecto sorpresivo, pero me gusta que el centro de la historia, Guillaume, sea un personaje que el público puede identificarse con él, no por sus circunstancias con la cuales el público no sabe bien por dónde van a ir los tiros, si no por sus razonamientos, por cómo siente o por la opinión que tiene de lo que le rodea o acontece. Se hablan de temas tan universales o trillados como la identidad personal o las relaciones familiares, pero es desde una óptica no convencional, lo que le da en cierta forma, además de ser una película agradecida de ver, es un aire de cierta originalidad. Como casi siempre ocurre en el cine es más recomendable verla en su versión original, pero aún así, películas tan arriesgadas y nada opulentas o pretenciosas como la presente, son las que hacen que el público además de pasar una feliz velada, tenga la sensación de haber visto una película más madura y más inteligente de lo habitual. Creo que ahí el entusiasmo de la Academia de cine francés al otorgarle cinco Césars, incluyendo el de mejor película del año además de rendir un excelente resultado en taquilla en su país, lo cual la verdad, les deja en muy buen lugar.
Maggie Smee
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