Una película que llega demasiado tarde. Un título que de estrenarse en mitad de los años 80 (la década en la que se inició la saga literaria), estaríamos hablando sin lugar a dudas de un clásico generacional, cuyas raíces (en parte) podemos encontrar en “Juegos de guerra”.
Gavin Hood realiza una película a medio camino entre el film juvenil, pasado por el tamiz de Harry Potter, a uno cuyo retrato antibelicista bien se podría enmarcar en “Starship Troopers” o similares.
El moverse entre ambos mundos perjudica al conjunto, es demasiado infantil para los adultos y demasiado adulta para los niños. El target está mal enfocado.
Y es curioso lo que hace el marketing cinematográfico, que nos vende este producto como el triunfal regreso de Harrison Ford a la ciencia-ficción. Hay que advertir que su personaje es muy accesorio, y apenas se mueve de su asiento.
La película se sustenta en Asa Butterfield, el recordado Hugo de Scorsese, pero que queréis que os diga, no me convence. Es un chico con una mirada bastante pasiva y muy difícil a la hora de mostrar emociones.
Un entretenimiento sin más, lleno de altibajos, pero con un buen final.