Este western de la ganadora al Oscar por “Nomadland” (2020), Chloé Zhao, nos acerca a un mundo para muchos de nosotros desconocido. Lo hace con sinceridad y transparencia, mostrando lo bello de una pasión, y lo doloroso de una obsesión y sus consecuencias. Trata de cómo Brady Jandreau, incapacitado de por vida para poder dedicarse a su sueño, el rodeo y la doma de caballos, intenta vencer sus limitaciones y adaptarse a su nueva situación.

Cuenta Brady en una entrevista, que Zhao llegó a Dakota del sur buscando una historia y que cuando escuchó la suya y de Lane Scott, se enamoró y quiso rodarla de inmediato. La directora lo hace con ternura, mostrándonos las formas de vida del corazón de América, sus acentos, los preciosos atardeceres en los badlands de Dakota, hurgando en sus problemas (no sólo los accidentes provocados por el rodeo, sino también el alcoholismo, las pocas oportunidades, la escasez de recursos, etc). Y como ya es habitual en ella, se arriesga con interpretes no profesionales, los mismos protagonistas de la historia real, quienes acaban haciendo un más que notable trabajo.

Me parece un brillante pseudo-documental que no gustará a todos los públicos, con el ritmo pausado (que no lento) que requiere un drama rural.