A días del comienzo del año 2000 la sociedad está en decadencia y particularmente la ciudad de Los Ángeles, donde cada vez se siente más latente una guerra civil por conflictos raciales.

Ralph Fiennes encarna el papel de Lenny, un ex policía retirado por un caso de corrupción que se dedica a vender unos discos que contienen vivencias ajenas grabadas por un dispositivo que se conecta a la cabeza y que permite, también, la lectura de éstos.
Sin desearlo, Lenny es testigo del asesinato a sangre fría de un líder negro por parte de la policía militar que lo hará objeto de persecuciones por parte de los ejecutores en medio del conflicto social y la llegada del nuevo siglo.

La película tiene matices e ideas interesantes, una buena crítica al uso adicto de la tecnología y una Juliette Lewis infartante pero en el final se convierte en una producción más de Hollywood con choques de autos, balas y los buenos y los malos que relegan lo interesante a un segundo plano.