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Voto de antonio lopez herraiz:
10
Thriller. Cine negro Un editor de novelas comienza a recibir paquetes con un contenido macabro: miembros de un cadáver femenino. La aparición de una misteriosa mujer que parece relacionada con los paquetes le conducen a una situación de dramático desenlace. (FILMAFFINITY)
21 de enero de 2024
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Como en gran parte de su carrera, la mujer es una constante presencia de la que tirar en el cine de Vicente Aranda para transformarla, también otras muchas tantas, en un cordel inacabable del que, por lo general, no para de tirar un coprotagonista masculino hasta que derivan en un desencadenante fatal. Y lo de "co" es importante matizarlo porque Carlos Galán, cada vez más desligado del lastre galanesco, se pasa practicamente todo el metraje soportando embestidas de retorcida paranoia persecutoria y manipulaciones de la estrella Capucine ('La pantera rosa'), emocionalmente impermeable, con una mirada de pura toxicidad y deseo contenido, mas, repitiendo con Aranda, una Teresa Gimpera con la antena puesta en una relación de desconfianza lastrada por eventos previos con que la enfriada Judy Matheson les traerá de cabeza.... especialmente a uno de los dos.
'Las crueles' era en cierto modo la nueva colaboración, esta vez despojada de tintes surrealistas y distópicos, entre Aranda y Gonzalo Suárez adaptando de forma libre la novela del segundo 'Bailando para Parker', zambulléndose por completo en el thriller, con gotas escabrosas que no desestiman los ingredientes de horror bebiendo tanto de 'Las Diabólicas' (1955, Henri Georges Clouzot) en brumas casi oníricas, irreales -aunque más inteligible que en 'Fata Morgana'- como de la chabroliana 'La mujer infiel' reinterpretada a la inversa, arrastrándonos a un hitchockiano (o polanskiano, si nos ponemos coetáneos) ejercicio de seducciones enfermizas para calentar el caldo del que, bastantes décadas después, bebía David Fincher en determinados segmentos de 'Seven'.
En cualquier caso aquí se muestra en más que sincronizada asociación tres marcas patentadas a título vitalicio por su director: la fascinación por la figura femenina, tramas de investigación policial y la conducción a un hombre progresivamente desesperado a un estado casi esquizofrénico e histérico, si hace falta, aprovechando el recurso de un erotismo malsano y macabro. Aranda contribuyó más a vender neveras que los spots publicitarios de Carmen Sevilla.
Su cine estaba tomando forma.
antonio lopez herraiz
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