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Voto de antonio lopez herraiz:
8
3,6
2.259
17 de septiembre de 2022
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
DESAPARECIDO EN COMBATE 2 (1985)
de Lance Hool
Las promesas se cumplen y en The Cannon Group son gente de palabra (con Chuck Norris, como mínimo). Así que después de la primera traca belicosa (y de otra escabechina contra una intifada a domicilio), también se estrenó, a posteriori, la idea primigenia -rodada con anterioridad- de una fuga de prisioneros estadounidenses en Vietnam a cuyo guión Norris echó el guante -en su caso, nunca mejor dicho- que debería haber inagurado la trilogía de Braddock.
Si eres uno de esos cuatro gatos morbosillos a los que las dos primeras de Rambo le gustaron más cuando Stallone recibía cera en los flashbacks que repartiéndola, ésta también debería encontrarse entre tus favoritas.
Chuck colgado como un jamón. Chuck llevándose más palos que una estera. Chuck luciendo ojeras -¿eso son lagrimas?- y pasándolas canutas por culpa de Soon-Tek Oh ('Los valientes visten de negro') y el Profesor Toru Tanaka ('Golpe por golpe') emitiendo sus gruñidos habituales a excepción de cuando está rodeado de sus cerdillas: si vas a recibir leña, que sea de reincidentes de confianza tras 15 años dedicándote al negocio del cine (no lo bautizaría Bruce Lee; sino Dean Martin en 'La mansión de Los 7 Placeres').
Luego Braddock se pone las botas, claro -es decir, sin contar las ratas-. Aunque eso lo habríamos predecido incluso si no fuese una precuela guardada en un cajón durante un año.
Y sí, visto lo visto, al cabo de tres lustros Chuck Norris había aprendido a actuar.
Brian May -el de Mad Max, no el guitarrista de Queen- emula a Jerry Goldsmith como buenamente puede.
Dirige el productor y director ocasional ('El guerrero del amanecer' o la reciente 'Dos corazones') Lance Hool.
Supera de calle a su "predecesora".
de Lance Hool
Las promesas se cumplen y en The Cannon Group son gente de palabra (con Chuck Norris, como mínimo). Así que después de la primera traca belicosa (y de otra escabechina contra una intifada a domicilio), también se estrenó, a posteriori, la idea primigenia -rodada con anterioridad- de una fuga de prisioneros estadounidenses en Vietnam a cuyo guión Norris echó el guante -en su caso, nunca mejor dicho- que debería haber inagurado la trilogía de Braddock.
Si eres uno de esos cuatro gatos morbosillos a los que las dos primeras de Rambo le gustaron más cuando Stallone recibía cera en los flashbacks que repartiéndola, ésta también debería encontrarse entre tus favoritas.
Chuck colgado como un jamón. Chuck llevándose más palos que una estera. Chuck luciendo ojeras -¿eso son lagrimas?- y pasándolas canutas por culpa de Soon-Tek Oh ('Los valientes visten de negro') y el Profesor Toru Tanaka ('Golpe por golpe') emitiendo sus gruñidos habituales a excepción de cuando está rodeado de sus cerdillas: si vas a recibir leña, que sea de reincidentes de confianza tras 15 años dedicándote al negocio del cine (no lo bautizaría Bruce Lee; sino Dean Martin en 'La mansión de Los 7 Placeres').
Luego Braddock se pone las botas, claro -es decir, sin contar las ratas-. Aunque eso lo habríamos predecido incluso si no fuese una precuela guardada en un cajón durante un año.
Y sí, visto lo visto, al cabo de tres lustros Chuck Norris había aprendido a actuar.
Brian May -el de Mad Max, no el guitarrista de Queen- emula a Jerry Goldsmith como buenamente puede.
Dirige el productor y director ocasional ('El guerrero del amanecer' o la reciente 'Dos corazones') Lance Hool.
Supera de calle a su "predecesora".