De un mazado a otro. Y salvando, sin embargo, las distancias físicas e interpretativas que los aleja y aproxima a la vez pese a que uno de los dos abordase al gladiador Espartaco (en lo tocante al físico) y el otro (en lo que se refería a la interpretación) adquiriese en 10 años un pelín más de entrenamiento ante las cámaras entre su mítico tesoro documental 'Pumping Iron' y pequeñas incursiones para Bob Rafelson o Robert Altman.
Una todavía monumental Ann Margret no merecía menos que disponer de dos cowboys enfrentándose por custodiar o por
robar su dinero (aunque uno de los dos ni siquiera sea consciente de tener a un contrincante pisándole los talones).
Nadie más apropiado para orquestar una delirante persecución en clave de western entre las versiones humanizadas del coyote y el correcaminos (y en el caso de éste último, con el mismo color de ropa) que el profeta insigne e indiscutible del slapstick sureño y la más estrafalaria comedia setentera (y de parte de los 80's) como Hal Needham ('Los locos de Cannonball', 'Los caraduras') cambiando un rato a Burt Reynolds por Kirk Douglas -convertido, en esencia, en villano y en dibujo animado- para trasladarse, esta vez en un sentido literal, al western más puro... y cartoonizado.
Estupenda Jones, Cactus Jack y Guapo Forastero han salido de la ciudad.
Hi-Yo, Whisky!!
SPOILER:
El salvaje Oeste es como la vida misma. Al final se enrollan siempre con el malote.