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Voto de antonio lopez herraiz:
9
Thriller. Drama. Intriga. Cine negro Úrsula deja el convento donde se ha educado para empezar una nueva vida, en el sur de España, con su tío, el conde de Ribera. Pero, cuando llega, se encuentra con una tragedia: Lamberto, un joven del pueblo, acusa al conde del suicidio de su hermana. En un duelo, el conde resulta muerto, y el joven se ve obligado a escapar de la policía. Úrsula, cautivada por la belleza y la fuerza de Lamberto, decide acompañarlo en su huida. (FILMAFFINITY) [+]
12 de marzo de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dios creó a la mujer, y el destino quiso que al cabo de dos años Roger Vadim volviera a cruzarse en el camino de su primera musa en 'Y Dios creó a la mujer' (1956) para revolucionar el Sur de España con un nuevo encuentro entre el creador de mitos eróticos y el mito erótico propiamente dicho de varias generaciones. La segunda película juntos de B.B y el futuro director de 'Barbarella' se resume fácilmente en una retahíla de topicazos, clichés celtibéricos y escenarios comunes de la España franquista.
'Los joyeros del claro de Luna' (1958) es una inocente postal turística pigmentada de trazos estéticos que visualmente te retraen a un país atrasado culturalmente y herido por la disparidad entre la pobreza y el analfabetismo de un pueblo frente a la irrefutable belleza natural de sus paisajes rurales. Desde su inicio en los títulos de crédito con el sonido de un zapateado flamenco y el toque de clarines como música de fondo quedan claras las intenciones de lo que viene después.
B.B. es Ursula, una ex-novicia que abandona el convento para irse a vivir con su tío, el Conde de Ribera (José Nieto), en un retirado y apacible cortijo del Sur de España. Los celos y las disputas amorosas no tardarán en aparecer cuando su propio tutor y el joven guerrillero Lamberto (Stephen Boyd) busquen conquistar a la hermosa extranjera para exasperación de la esposa del primero, la melancólica Florentine (Alida Valli). Estamos ante un folletín romántico puro y genuino, que no engaña a nadie, adornado con corridas de toros, verbenas y pasodobles, mucho vino, peleas a navajazos y amantes furtivos que se citan clandestinamente bajo ventanales de piedra blanca.
El elemento pasional es llevado al extremo en un contexto esencialmente folclórico que recuerda (y parodia deliberadamente) a las aventuras románticas de bandoleros rodadas varios lustros antes por Benito Perojo en colaboración con la UFA -la principal productora e impulsora de cine alemán en tiempos del nazismo-.
Con la salvedad de José Nieto, Maruchi Fresno y una breve participación de Fernando Rey -mas otros dos o tres roles secundarios y un extenso número de figurantes autóctonos- el protagonismo recae sobre un reparto principal mayoritariamente foráneo que sólo resulta inteligible cuando se expresa en su idioma y que en algunos casos roza el absurdo, como Stephen Boyd dando vida a un imposible muchacho andaluz.
'Los joyeros del claro de Luna' es una excentricidad menor de Vadim que ni siquiera se rodó con vistas a ser estrenada en nuestro país, dadas las restricciones morales impuestas por un estricto código censor que jamás haría la vista gorda a un guión que trataba tan abiertamente el adulterio y que además nos regalaba más de una escena de B.B. en paños menores, algo que por entonces era inconcebible en un estreno para salas españolas.
'Los joyeros del claro de Luna' se ha convertido en una amena rareza vintage, y en cierto modo ha devenido en una caricatura disparatada de una España que incluso hoy se resiste a morir en ciertos núcleos geográficos ¿Es eso un inconveniente? No al menos en esta cinta. Precisamente esa rotundidad para ofrecernos una visión tan exagerada y grotesca de nuestra cultura popular es lo que hace que casi 50 años más tarde la observemos con suficiente desenfado como para considerarla una pintoresca pieza de museo, no solo del ámbito cinéfilo sino del folklore popular.
Es imposible disfrutar de un film tan primario sin librarte antes de un par de prejuicios hacia lo rudimentario y añejo. Y si a cambio te deleitas con un par de planos de B.B en pelotas, follando bajo el sol almeriense de las Cuevas de Almanzora, el sacrificio habrá valido la pena.
antonio lopez herraiz
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