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Voto de Joaquim Bolo Savall:
10
Drama. Romance Joe Clay, jefe de relaciones públicas de una empresa de San Francisco, conoce durante una fiesta a la bella Kirsten Arnesen. La muchacha se muestra cautelosa al principio, debido a la afición de Joe a la bebida, pero después sucumbe ante su simpatía y se casa con él. (FILMAFFINITY)
12 de noviembre de 2009
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada más aparecer los créditos de la película, con esos tintes neblinosos y esas rosas nos están indicando que el deambular de nuestra historia va a tener unos aspectos sombríos; a pesar de ser unas flores hermosísimas, de sus tallos emergen las espinas de la vida, que nos conducen por extraños vericuetos. La música de Henry Mancini arropa con gran maestría la ambientación de este ejemplar film.
Pero es el alcohol nuestro intenso drama destructor de vidas que insignificantes para muchos, pero que son vidas en mayúscula. Está existencia alegre marcada por el metafórico vino hace de este film; sino, único; si. irrepetible. Con una interpretación majestuosa de un Jack Lemon con una gran cantidad de registros desde los cómicos hasta los más dramáticos y una Lee Reemick, soberbia y espléndida en su papel de chica que por su honestidad da un gran ejemplo de compostura. Pero que por un azar tormentoso, aunque sea genético puede llegar a derrumbar sus sueños.
Una escena hilarante, que raya en lo onírico marca la acritud del film hacia ésa o hacia esta sociedad falsa y henchida de hipocresía. Nuestro protagonista con un insecticida está dispuesto a acabar con las cucarachas del apartamento de su novia. Los vecinos se alarman ante tal atrevimiento. Evidente, los bichejos no les molestan, sin embargo a otros sí; qué más les da, mientras no sea a ellos.
La moralidad de nuestro protagonista no es del todo inmaculada, aparte de su ebriedad, él intenta vender cualquier producto al coste que sea. A pesar de los posibles perjuicios. Pero es moralista con ciertas ideas, respecto al trabajo de traer señoritas a los clientes de su empresa, para contentarles su existencia nocturna.
Impactantes son los cambios de escena y plano: el fluir del agua de la ducha para apagar la borrachera de nuestra protagonista y el chorro de la botella de güisqui para saciar la sed del alcohólico son de una crudeza espeluznante, se funden con el horrendo delirium tremens de nuestro personaje.
Los dos alcohólicos en la cama y de fondo una noche relampagueante presagian el fatal desenlace de la escena. La luz del rayo marca la fulgurante caída del ser humano, lo inválido y lo insignificante que puede llegar a ser. Todo detalle está relatado con minuciosidad, es una escena metafóricamente simbólica llena de destrucción y desmoronamiento. Alucinador y desgarrador lo que le lleva a cometer un acto de egoísmo sin contar para nada con su amada esposa y amiga de borracheras. La abandona en su cuarto y bebe su última botella que le queda en ese momento en el invernadero, hasta apagar su eterna embriaguez.
La última escena es esperanzadora y angustiosa al mismo tiempo. Se ve el reclamo de la luz intermitente del bar; mientras, nuestro hombre, ya regenerado tras los cristales de la ventana observa a su mujer marchándose de aquel apartamento hacia, ¿qué lugar incierto?, Las intermitencias de la luz “Bar” quedan reflejadas en los vidrios, como reclamo de ese líquido elemento y devastador.
Joaquim Bolo Savall
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