Una película tan odiable a ratos como disfrutable a otros. Keanu Reeves se vuelve a meter a pegar tiros en discotecas con música techno que camuflan las balas entre los presentes mientras demuestra sus dificultades para mostrar cualquier tipo de expresión en su cara. Antes era algo muy criticable, pero últimamente hasta parece parte de su carisma.

De alguna manera John Wick reúne cierto ingenio en su acción, aunque no se puede equiparar a las secuencias de algunas películas como por ejemplo la saga The Raid o la trilogía de la venganza. Para que nos entendamos, la película queda por encima de la media de películas de acción que salen de Hollywood, pero no alcanza la frescura y bestialidad de las últimas películas de acción que nos llegan desde otros lugares más remotos.

La historia es lo que falla. No sé si me he perdido algo, pero la película va de alguien a quien sacan de quicio por matar a su perrito (el cual conoce desde hace pocos días) y robarle su coche. Me da igual que simplemente sea una gota que colma un vaso, o que el perro tenga detrás una historia importante para el personaje. No deja de ser algo tremendamente ridículo y mucho más puesto en una película que podría haber buscado millones de razones más contundentes para formar el descenso a los infiernos de John Wick. A todo esto, sumadle un final catastrófico que no hay por dónde cogerlo. Más que lo que pasa es cómo pasa, muy precipitado, muy como con ganas de acabar la película y pasar ya a otra cosa.

Pero con todo esto, entre la música y las escenas de acción la película atrae lo suficiente para dejar en ella un punto de tu adrenalina. No sé si recomendable, pero tampoco es como para enterrarla.