Uno de los pilares básicos de la filmografía de Hughes y del género en particular. Escuché hablar maravillas de esta película, y la verdad es que por su culpa esperaba algo mejor, pero es innegable el nivel que tiene en relación a un género que a día de hoy se deja para adolescentes hormonados y sobremesas aburridas. Tras mis anteriores experiencias con Hughes, la verdad es que no sabría si quedarme con ésta o Dieciséis Velas. De todas formas ambas son bastante complementarias e incluso podrían ubicarse en un universo común.

En El Club de los Cinco tenemos un único escenario y un reparto muy reducido. Estamos ante una especie de ejercicio sociológico con una profundidad bastante inusual. De hecho el espectador dudo que esté preparado para someterse a este juego sociológico que Hughes montó, lleno de reflexiones morales y éticas que acaban explotando en un buen final -con alguna que otra moraleja un tanto extraña-. Cada actor hace muy bien su rol, diferenciando personalidades tan dispares y la forma en la que evolucionan en la película. Es como si Hughes hubiera cogido cinco muestras de la sociedad ochentera juvenil y las hubiera metido en una habitación cerrada para ver qué pasaba. A veces todo es tan natural que uno no sabe si es todo merito del guión o de los propios personajes.

El Club de los Cinco se disfruta de una manera distinta al resto de películas de Hughes, que si bien no son películas vacías no alcanzan el nivel reflexivo de esta rareza del género. A día de hoy sigue siendo imperecedera.