Secuela casi obligada debido al éxito de su antecesora de uno de los personajes más entrañables de la década de los '80. Esta vez el robot adquiere unos tintes más familiares (si podían serlo más) que en la película dirigida por el irregular John Badham y todo tiene un ambiente más de sobremesa e infantil.
Johnny 5 tendrá que enfrentarse a la gran ciudad esta vez en lugar de al ejercito americano como pasara en la anterior. La película gana en ritmo pero pierde acción, en cuanto al humor sigue manteniéndolo casi intacto. Repite en el reparto Fisher Stevens, con algún que otro punto cómico pero que pasa sin pena ni gloria a pesar de que cortocircuito sería casi inconcebible sin su aparición.

En esta segunda parte se ha profundizado especialmente en el dilema clásico de toda película de robots, la búsqueda de la humanización, entrando en juego cuestiones de tolerancia, adaptación y confianza. Además, la película adquiere serios tintes dramáticos que despertarán la empatía del espectador, a pesar de tener un final tan imposible de evitar como pasteloso, muy típico de los años '80 (para bien o para mal).

Perfecta película para sobremesas de ámbito familiar, no siendo mejor que su predecesora pero sí diferente, lo cual es un punto a su favor.