Bueno, pues un poco lo que cabría esperar. Una en teoría última película de una saga que debió morir ya, como mucho, en su cuarta entrega. La primera película me pareció malísima, y luego tuve algunos tropezones como la aburridísima tercera parte, pero también me encontré alguna que otra satisfacción. Este capítulo final se viste todavía más de telefilm y, más allá de algún par de batallas contra algún bicho no satisface ni siquiera visualmente al espectador.

Poco se podía sacar de esto, y lo difícil es entender cómo la saga pudo arrastrarse hasta esta última entrega. Los que hayan conseguido llegar hasta aquí, como yo, no encontrarán en este capítulo final el clímax que quizá esperaban, pero ofrece una solución viable a las licencias argumentales que se han ido desarrollando. Por supuesto olvidadísimo queda el término "adaptación del juego", pero eso es algo que se perdió casi en desde el comienzo.

Esperemos que el teórico reboot acerque más las películas a Resident Evil, aunque sólo sea por cumplir con el nombre.