Una cinta difícilmente olvidable una vez vista. Es de las que se quedan impregnadas en el corazón. Esto es así por la profundidad de los sentimientos humanos que aquí (a veces de una forma sensiblera, la verdad), se narran. La interpretación de Wallace Beery, llena de realismo, es una de las mejores de todos los tiempos. Jackie Cooper no le va a la zaga. A finales de los setenta se hizo un digno remake, aunque no lo eclipsó.