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España España · Málaga
Voto de Kiko:
8
7,1
184
Documental En el verano de 1970 varios míticos grupos de rock de la época como The Grateful Dead, Janis Joplin, The Band y Buddy Guy, entre otros, atravesaron Canadá dando conciertos en directo por las principales ciudades del país norteamericano. Su viaje fue filmado. Ahora llega el documento de aquellas inolvidables noches. (FILMAFFINITY)
4 de agosto de 2010
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mediados de 1970, Willem Poolman fue el encargado de filmar y producir una de las giras más estrambóticas en el mundo del rock. Para trasladar a los distintos grupos a través del país, así como toda la correspondiente parafernalia técnica, se utilizó un tren cuyos vagones contemplarían una jam session interrumpida exclusivamente para desembarcar ante un público expectante y, al menos en pequeñas dosis, agresivo e inconformista.

El tour, que incluía las ciudades de Toronto, Winnipeg, Calgary y Vancouver, comenzó con altercados que se mantendrían en días sucesivos y que serían los causantes de que la última cita llegara a cancelarse. Y es que muchos de los asistentes se negaron a pagar el precio establecido -unos catorce dólares- y la policía tuvo que actuar con cierta contundencia. La noticia de las cargas y disturbios hizo que, por ejemplo en Toronto, se paralizaran las actuaciones para reanudarlas posteriormente en otro emplazamiento, ya con la entrada gratuita. Esta decisión afectó gravemente al bolsillo de los promotores y al destino de la cinta, que finalmente no llegó a estrenarse. Los negativos se perdieron, hasta que tres décadas después aparecieron de nuevo gracias a Garth Douglas, que rápidamente se puso en contacto con Gavin Poolman -hijo de Willem-. Éste reclutó para la ocasión a John Trapman y Bob Smeaton -director, por ejemplo, de The Beatles Anthology- y la película pudo debutar finalmente en 2003.

El cartel del Festival Express contaba con Grateful Dead, The Band, Janis Joplin, The Flying Burrito Brothers o la Buddy Guy Blues Band, entre otros muchos. A todos ellos los vemos sobre el escenario interpretando temas como The weight, Don’t ease me in, Money (that’s what I want) o un sublime Cry baby que podríamos enmarcar entre lo mejorcito de la película. Junto a las actuaciones de semejantes clásicos -muchos de ellos en el mejor momento de su carrera-, el otro gran atractivo lo encontramos en la constante interacción entre los distintos músicos, otorgando momentos verdaderamente memorables: es complicado intentar despegarse de esos minutos mágicos donde Jerry Garcia, Bob Weir, Janis Joplin y un perjudicadísimo Rick Danko -“¿te encuentras bien?” le pregunta una Janis Joplin que dos meses después moriría de sobredosis- entonan Ain’t no more cane. También podemos escuchar a algunos de los protagonistas recordando, ya en la actualidad, aquellas frenéticas jornadas donde las máximas del sueño hippie, aún estando muy presentes, comenzaban a enturbiarse inevitablemente –no podemos negar que el fantasma de Altamont se nos viene a la cabeza en algunos pasajes-.

Su peculiar encanto reside en las imágenes que ilustran la convivencia entre los distintos artistas dentro de un tren que, durante cinco días, se convirtió en una fiesta llena de entusiasmo, LSD y, sobre todo, mucha y buena música.
Kiko
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