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Voto de Cinemagavia:
7
Drama Kyoko es una artista de prestigio, joven y bella, que mantiene una sádica relación con su asistente... hasta que alguien grita “¡corten!”, y la personalidad de la protagonista se escinde en varias capas de delirio. Sion Sono relee el género del roman porno, usándolo como vehículo para pergeñar un alucinante manifiesto sobre la situación de la mujer en la sociedad japonesa. (FILMAFFINITY)
24 de octubre de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Revitalizar el Roman Porno

El Pinku Eiga es un género cinematográfico que se popularizó en Japón en los años 60-70. Se podría equiparar al cine exploitation que se hacía en los Estados Unidos durante aquella época. Los Pinku Eiga solían estar rodados de forma independiente con muy bajo presupuesto y entre sus características principales se encontraba la obligatoriedad de incluir escenas eróticas o desnudos cada 10 minutos. La paradoja es que, debido a la estricta censura del país nipón, no se podían mostrar de forma explícita las partes íntimas de los actores.

A raíz de su éxito, nació el Roman Porno. Películas de corte erótico producidas por el estudio Nikkatsu, donde se cuidaba más la estética al estar respaldadas por presupuestos más holgados. Con motivo de la celebración del 45 aniversario de su nacimiento, la productora lanzó el Roman Porno Reboot Project, en busca de revitalizar el género. Para ello, encargó a cineastas de renombre como Sion Sono, Hideo Nakata, Isao Yukisada, Akihito Shiota o Kazuya Shiraishi, realizar una película Roman Porno.

Antiporno es una de esas películas. Pero como era de esperar, el director Sion Sono le da la vuelta al género. Nos propone un desquiciado y alucinógeno viaje que utiliza los códigos del cine erótico para denunciar y reflexionar (a su modo) sobre cuál es la situación actual de la mujer dentro de la patriarcal sociedad japonesa, así como dentro de la propia industria del cine.

*Las cajas chinas del japonés Sono

Ya desde el título, Antiporno, es toda una declaración de intenciones. Pero hay que advertir que no estamos ante un cineasta común. Sion Sono es probablemente uno de los directores en activo más inclasificables, marcianos y perturbadores que existen. Así pues, su propuesta escénica es tan caótica y críptica como cabría esperar.

El filme se inicia con una joven que se despierta en su lujosa casa. Es una artista famosa, mentalmente inestable e infeliz, que debe prepararse para la función teatralizada de su vida. Son minutos desconcertantes y escatológicos, llenos de monólogos que van de lo absurdo a lo lúcido. Aparece en escena otro personaje, el de su asistente, a la que somete a todo tipo de humillaciones en una relación sadomasoquista. Si en esos 25-30 minutos, Sono ya nos ha mostrado toda una amalgama de excesos formales y dialécticos, pronto descubriremos que es solo la punta del iceberg.

A partir de ahí, Antiporno se convierte en un juguete perverso de cajas chinas en el que se propone un discurso de metalenguaje cinematográfico. La realidad de esas mujeres se vuelve una ficción en medio de un rodaje donde se cambian las tornas. La protagonista se vuelve entonces la víctima de todo tipo de humillaciones aberrantes por parte de la otra actriz y de todo un equipo de rodaje.

*¿Una metaficción feminista?

No es la primera vez que Sion Sono utiliza el cine dentro del cine como metáfora. También estaba presente en Why don’t you play in hell? o The Forest of Love. Sono se sirve del cine como una representación paralela de la realidad, una forma para fabular sobre sus obsesiones y perversiones más profundas. Esa narrativa arbitraria que va saltando de la ficción a la realidad, acaba por confundir al espectador que casi nunca sabrá en que momento se encuentra. Es lo que le pasa a la propia protagonista donde su personalidad quedará escindida en mil pedazos, moviéndose entre su pasado traumático, su imaginación, el personaje que interpreta y su verdadero yo.

En la parte final de la película se destapa el pastel. Sion Sono inserta varios monólogos (casi con calzador) que sirven como manifiesto feminista para denunciar la situación de la mujer en Japón y en el mundo del cine. No deja de ser un relato confuso y contradictorio tras haber asistido en su película a todo tipo de vejaciones contra las mujeres. En realidad, gran parte de su cine se sirve de esa sexualización de la mujer japonesa. Así que no estoy seguro de que sea la mejor forma de acercarse a este tema.

De todas formas, este artefacto peligroso en forma de película es un compendio del cine de su director. Siempre provocador, excesivo, brutal y manipulador, obliga al espectador valiente a confrontar situaciones incómodas entre la risa y la náusea, entre la fascinación y la estupefacción. Te lleva al límite, te viola la mente.

*Conclusión

Antiporno es un drama erótico o roman porno, escrito y dirigido por Sion Sono. Es una película concebida por la productora Nikkatsu como una forma de revitalizar el género en la celebración del 45 aniversario del nacimiento de su colección. Sin embargo, el iconoclasta director japonés, se desmarca del erotismo sofisticado para traducir sus códigos en un manifiesto que cuestiona el propio género.

Entre el caos y la locura de la propuesta, también hay espacio para la denuncia y la reivindicación. La mujer japonesa como víctima de un entorno patriarcal represor se escenifica con ese lagarto que ha crecido dentro de una botella y ha quedado encerrado en su interior, sin poder escapar. Menos metafórica resulta la dicotomía entre virgen y puta a la que alude la protagonista. Planteada como la única alternativa de la mujer a ojos del hombre, conforma un alegato en pos de la liberación sexual.

La película reta al espectador en un agotador juego de metaficción, demencial y sobreexpuesto, que acabará pronto con la paciencia de los que no conozcan el cine de su autor. Antiporno combina lo enfermizo de sus acciones con un bellísimo tratamiento visual y estético. En este sentido, hay que destacar la fotografía de Maki Itô con su paleta cromática de colores vívidos y primarios. Arte y ensayo, experimentación y fetichismo, son algunas características de esta extraña y exigente película, solo apta para espectadores sin prejuicios y amantes del cine más radical y extremo. ¿Te atreves?

Escrito por Daniel Farriol
Cinemagavia
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