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Voto de Cinemagavia:
6
Acción. Thriller Tras ser envenenada sin remedio, una implacable criminal tiene menos de 24 horas para vengarse de sus enemigos y, durante el proceso, se forma un vínculo inesperado con la hija de una de sus víctimas anteriores.
12 de septiembre de 2021
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Un trabajo muy sucio

Kate no es precisamente una obra particularmente compleja ni en su historia, ni en el calado de sus personajes. Buena muestra de ello es la escasa cantidad de tiempo que se toma la película en presentar a la protagonista. Apenas algunos momentos de flashback y los compases iniciales. Kate (Mary Elizabeth Winstead) es una mortífera asesina que trabaja junto al que es su mentor y, de algún modo, su único amigo: Varrick (Woody Harrelson). Tras un difícil trabajo en Osaka, meses después deberá llevar a cabo un asesinato correlacionado con el anterior, en Tokio.

Algo sale de forma imprevista, y Kate comienza a sentirse terriblemente mal hasta que finalmente se desmaya. Despierta en un hospital donde recibe la terrible noticia de que ha sido envenenada con Polonio 204, lo que es letal de necesidad y arroja un pronóstico de supervivencia de 24 horas. Con solo un día de vida Kate se entregará frenéticamente a encontrar quién ha sido el responsable del envenenamiento y, por supuesto, a matarlo. Prácticamente toda la acción mollar de la película ocurre durante una noche, llena de acontecimientos, sangre y sorpresas.

La referencia primordial en cuanto al argumento tiene bases antiguas. El pequeño clásico del cine negro Con las horas contadas (1949), deliciosa y muy recomendable, y su posterior remake ochentero Muerto al llegar (1988), con Dennis Quaid, tienen una historia bastante similar. También hay paralelismos con Crank: Veneno en la sangre (2006) en la lucha del protagonista contra un cuerpo emponzoñado que amenaza con extinguirse. Desde el punto de vista plástico y estilístico hay más referencias que iremos viendo.

*Acción con toque femenino

Kate es una de las últimas avanzadillas de un género de acción que comienza a tener un marcado acento femenino. Buena muestra de ello son algunos estrenos de este verano como son Jolt, o la recientísima Gunpowder milkshake. En todos estos ejemplos los personajes femeninos son tremendamente diestros en todo tipo de lucha, incluyendo arma blanca, armas de fuego y cuerpo a cuerpo. Incluso hay cierta tendencia común a una estética más o menos pop, algo pintoresca, incorporando elementos del cómic o los videojuegos.

¿Qué tiene de peculiar Kate? Nada particularmente nuevo, lo que no implica necesariamente que no esté bien hecha. La acción se sitúa en Tokio, en su mayor parte de noche, con los que los fans del cine oriental y de artes marciales encontrarán elementos familiares. La estética nocturna de neones y algunos lugares tokiotas un tanto sórdidos incluso bordean cierto parentesco con el cyberpunk. La fotografía de Lyle Vincent (Una chica vuelve a casa sola de noche, Daniel isn’t real) es este aspecto es bastante solvente.

Más problemas hay con el guion donde hay una serie de altibajos entre los picos de acción y los instantes más calmados. Llega un momento en que estamos esperando que llegue la siguiente pelea, el siguiente tiroteo o la siguiente refriega, sin atender mucho a lo que pasa en pantalla. Y es que las coreografías de lucha son buenas, contundentes y violentas. No se escatima sangre cuando es preciso, aunque dentro de un orden, y continúa con algunos arquetipo asentados por las películas de John Wick, pero con cotas de vistosidad más bajas.

*Fase a fase

Kate se encarna como un producto de carácter pop, y lo hace siguiendo la lógica de los videojuegos. En varios aspectos. De un lado, hay imágenes de persecuciones y peleas que gráficamente encuentran inspiración en ese formato. Por otra parte, el guion se compone de varias unidades narrativas que podrían equipararse a las fases de un videojuego. Kate va siguiendo pistas y obstáculos con intención de llegar al “malo final”, al villano definitivo. Los momentos más calmos son llenados por la extraña relación que se da entre Kate y Ani (Miku Patricia Martineau), la hija de una víctima que fue asesinada por la protagonista. Estos momentos de amistad en el marco de una película de acción nos llevan a pensar, por ejemplo, en Tyler Rake (2020).

Este elemento muestra cierto afán de proporcionar una coartada emotiva, al margen de la masacre de los malos, y alguna leve pincelada de humor. No obstante, tampoco hay que esperar que esta tesitura nos depare momentos de gran emoción más allá de la sorpresa de que se constituya un vínculo tan fuerte entre dos personajes en tan breve lapso de tiempo. El otro aliciente que evidentemente nos ofrece Kate, es ver si tendrá el tiempo suficiente como para llevar a cabo su designio vengativo. Las artes letales de la sicaria permanecen, pero la decadencia de su salud es acuciante.

El problema de Kate es su falta de locura, la sensación de que ha sido dibujada con una plantilla de uso demasiado común. Se echa de menos un poco de desmelene o, al menos un poco de humor. Todo está plasmado de forma competente, pero adolece de chispa, de una marcha añadida que convierta a la película en algo distintivo sin necesidad de conectar el piloto automático. Kate es una película aseada pero demasiado estándar.

*Los mundos de Kate

La buena noticia es que la prima donna de la función hace una labor más que aceptable. Mary Elizabeth Winstead logra un papel destacado, que consigue que su presencia en la película sea la única condición realmente indispensable para disfrutarla. La identificación con el personaje de Kate es total, y resulta creíble como heroína de acción. Su elección como protagonista es óptima. Sus antecedentes con el género, en sus diversas formas, van desde la icónica Ramona Flowers de Scott Pilgrim contra el mundo, Calle Cloverfield 10 o, ya puestos, siendo la hija de John McClane en las dos últimas entregas de La jungla de cristal.

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Escrito por Mariano González
Cinemagavia
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