Esta película es una extraña joya, y lo digo, porque difícilmente vamos a poder disfrutar de otra parecida, ya que por la pinta y por lo que se puede dilucidar de los extras, ha salido por casualidad y por una mezcla de factores difícilmente repetibles.

Es una película de ritmo irregular y raro, de personajes extraños y arquetípicos, de una factura impecable y una animación sorprendente.

Salvando las distancias, por personajes, ritmos y situaciones, es una cinta que podría haber firmado el David Lynch de Corazón Salvaje y Terciopelo Azul.

Con personajes cándidos y esperpénticos, que nos llevan a los más bajo y a lo más alto.

Al director le dieron manga ancha para hacer la película (el primer director occidental de un animé japonés), este hombre, al menos por los extras, está "más pallá que paqá", vive medio dormido (o fumado) en un mundo que se nota que le sobrepasa y no entiende.

La primera versión de la película fue totalmente infumable (nunca he visto una bronca tan seca y dura por parte de un productor a los encargados de una película, ni de cine real ni de animación), a partir de ahí, alguien, que fijo no fue el director, se encargó de remontarla y corregirla. Alguien con oficio y muchos animés a sus espaldas (un estilo Sr. Lobo del animé).

Por lo que ha quedado algo extraño, una visión occidental de hacer animé, japonizada a posteriori. Lo sorprendente es que funciona y es un "rara avis".

Si vuelve a dirigir otro animé Arias, no creo que lo dejen tan suelto a priori y no volverá a presentarse una situación tan dramática como la que se encontraron en este proyecto, por lo que difícilmente volverá a surgir un animé tan redondo, raro y fascinante, ya que fué fruto de la desesperación de intentar sacar partido de algo que no funcionaba.