El catolicismo como una herramienta, como elemento transversal en una sociedad como la Polaca, como en un pequeño pueblo cristiano. Pero todo esta cotidianidad o naturalismo se eleva a lo mítico de una siempre imperiosa religión y se rebaja a la violencia y crueldad mas mundana.

La estética como elemento conductor y de expresión constante. Interpretaciones a la par que personajes que muestran la desgarradora crudeza y desasosiego de una tragedia, una tragedia que se extiende y se apodera de un pueblo, de una comunidad. Con la película vuelves al pueblo como colmena, vuelves a la tragedia que tendemos o queremos olvidar pero vive en cada familia, en cada historia y biografía.

Y además, la oda a la empatía, al saber común y popular pero a la vez expresado de forma casi diría legendaria de una homilía, de un discurso, de los siempre excelsos sermones. El sermón y la inteligencia con la que se trata este, eleva el film a un artefacto literario, épico, de cine del año, de la década. Qué gusto ver que aunque podría parecer que no, el film está hecho ahora, con la sensibilidad actual, que tan poco juzga sin pasarse de injusta. Qué gusto atreverse a hacer esto desde ese lugar y contexto. Qué gusto que la religión y sus súbditos nos hagan pensar y dudar de nuestro ahora, con nuestra relación con el perdón.

Y las caras Juan, las caras!