Soldier Blue parece una película característica del cine hippie y en gran parte así es. Pese a ser un western, aquí hay poquito de Ford, Leone o Peckinpah, sino una ingenua historia de amor entre una muchacha criada por los indios proclive a enseñar cacho y un soldado poco convencido. Ambos sobreviven a un asalto de los amerindios y han de buscar el camino de vuelta en situaciones más o menos extremas . El amor surge entre los helechos, flores en el pelo, liberación sexual , chico rebeldes y muchos cálidos filtros de cámara. Y de ahí nadie se acordaría de una peli Flower Power pasados un par de años. Pero en su tramo final cambia de registro y ofrece una colección de secuencias gore, decapitaciones, violaciones, desmembramientos y toda una suerte de crueldad gratuita y explícita. Una forma poco ortodoxa para denunciar el malvado ejercito imperialista frente al buen salvaje, toda una alegoría de trazo grueso en plena polémica por la atroz guerra de Vietnam. Con el tiempo queda en una curiosidad de un cine muy ligado a su realidad social.