Es cierto que tengo por costumbre y por principios decepcionarme por las películas que, tras embrollarse, terminan recurriendo al recurso fácil del “todo ha sido un sueño” o variante similar. ¡Así también desenrollo yo una maraña, no fastidia! Cuando una película acaba de esa forma siento que me han tomado el pelo. No lo puedo evitar. Sin embargo, y aunque lo parezca, no es el caso de “Lulu on the bridge”, por una sencilla razón: el objeto de la película no es tanto la historia que nos cuenta cuanto su lírico poder metafórico, como ya he dicho más arriba. ¿Qué es la piedra azul sino una metáfora bellísima del enamoramiento y su poder para encandilar dos almas? ¿Qué es el personaje de Willem Dafoe sino una imagen de la mala conciencia de la que a veces sólo el amor nos permite escapar? ¿Qué es en definitiva el personaje de Celia/Lulu sino la encarnación de esa fuerza capaz de trascender a la muerte, quimera ya de un Izzy moribundo?