Cinta adolescente sin mucho contenido que se asemeja más a un episodio de ‘Embrujadas’, ‘Smallville’ o cualquiera de estas series teen con elementos fantásticos. Nos encontramos con un grupito de chicos super guays, ricos y felices que además tienen poderes gracias a una tradición familiar anterior hasta que la fuerza malvada de turno hace peligrar sus azucaradas vidas y el baile de fin de curso (desastre). El resto es una sucesión de tópicos con ligera gracia, mucho musculito por aquí, me quiero ligar a la rubia por allá, discutamos por el liderazgo del grupo y enfrentémonos al mal... eso además después de aprender una valiosa lección sobre la lealtad. Un día completito. El guión sale airoso del asunto a pesar de que hay ciertos altibajos para contarnos historias secundarias sin ningún interés, las peleas sobrenaturales cuentan con unos efectos semi-decentes (para este tipo de producción van sobrados) e incluso el director tiene tiempo de incluir un par de sustos. Los actores, en fin, se defienden y se ve que han visto muchos episodios de los ‘Power Rangers’. Pues eso, que la historia no da para mucho pero con un poco de voluntad se seguirá la trama alegremente. Eso sí, alguien debería decirles que meternos música discotequera cada dos por tres no es precisamente lo mejor, puesto que más que crearnos interés nos anima a quitar la película y marchar. Recomendada para aquellos que siempre quisieron saber cómo serían Phoebe, Piper y Paige si fueran chicos.

Lo mejor: Algún chiste y que la historia, aunque con alfileres, mantiene el interés.
Lo peor: Es bastante simple. Para muestra los infantiles diálogos.