Es imposible cuando llevas escritas tantos centenares de críticas que no te repitas. Y además hacerlo no es un problema, es una consecuencia del cine que existe actualmente, que es repetitivo. Lo que más me sorprende es que consideren originales a películas que son comunes, cercanas y vecinales.

“El regreso” me parece un típico producto de este siglo, insustancialmente bello, de altos méritos fotográficos y fílmicos, pero de absoluta degradación narrativa y rítmica. El cine necesita una buena historia, un buen guión. No puedes estar más preocupado de que cada plano sea más azulado, más fotogénico, más preciosista que el anterior. Pues eso, que se dediquen a la pintura o a la fotografía, pero al cine, lo primero que hace falta es escribir, pensar, imaginar... estos de ahora nada de nada.

Andrei Zvyagintsev nos brinda una película de esas que entusiasman a los sempiternamente aburridos, donde el padre y los dos niños podían ahogarse desde un principio, ya que no me importan en absoluto ni sus problemones ni sus personajes. Si hubiese rodado las islas del Golfo de Finlandia, con su fauna y su flora, me lo hubiera pasado mucho mejor, ¿No quiere belleza? Pues mucho mejor eso.

Lo más apasionante es cuando hablan de metáforas en esta y otras obras del estilo ese público entregado. Un día de estos contaré la anécdota de Rubén Darío y los nenúfares. Eso es esta película.