Había leído La danza de la realidad con mucho placer cuando me aventuré a recorrer esa autobiografía de Alejandro Jodorowsky. Seguro que una inmersión en la obra escrita del chileno deja mucho en la cabeza para pensar y una buena lección para enfrentar la vida diaria y los problemas viejos. Pero una cosa son los libros y otra muy distinta sus adaptaciones. Lo que en La danza de la realidad (libro) era aprendizaje, poesía, metáforas, aquí (en la película) es solo una materia sin mayor forma y conexión. El argumento resulta ahora pobre y la vida del pequeño Alejandro solo es un remedo de lo que los lectores imaginamos en el libro. Es una pena que la adaptación de su propio libro haya quedado tan desnivelada en el filme.
Indiscutible es el talento de la cantante Pamela Flores, artista de lujo para la pobre película. El descubrimiento de esta bella cantante para la gran pantalla no ha de pasar inadvertido para el espectador que, en general, quede con los bostezos ante la película de Jodorowsky.