Sobrevalorada épica medieval de baja intensidad que ensalza magníficamente el sentido heroico-aventurero de las novelas de Walter Scott gracias fundamentalmente a dos cosas: su estelar reparto y su lujosa estética en Technicolor.

A pesar de algún acierto puntual como el espectacular duelo entre Robert Taylor y George Sanders, o el atractivo triángulo amoroso formado por los Taylor (Elizabeth y Robert) junto a Joan Fontaine, la historia se conduce a nivel general con excesivo amodorramiento, transmitiendo globalmente una notable sensación de tedio que provoca el distanciamiento del espectador respecto a una trama tristemente desaprovechada.

La fotografía de Freddie Young es lo mejor de esta floja aventura, recogiendo espléndidamente localizaciones de Inglaterra y Escocia.