Una de las varias fábulas optimistas que en los años 30 estrenaron Frank Capra como director y Robert Riskin como guionista.

En este caso Capra y Riskin ambientan la historia en un banco, aportándole a la narración un vigoroso ritmo y un atractivo sentido estético, que tanto intensifica la sensación de confusión con llamativos planos generales atestados de multitud de sombreros, como utiliza rápidas panorámicas buscando a un determinado personaje, o emplea sombras expresionistas durante la secuencia del atraco.

Estamos ante un estimable título que contiene equívocos de infidelidad, asuntos de robo, romances en vísperas de boda, y situaciones humorísticas tan brillantes como la que acontece en el alborotador clímax con un espectacular uso del montaje a base de primeros planos de gente hablando por teléfono, un sensacional momento que permite comprobar como una media verdad o un concatenado de datos imprecisos puede arrastrar al caos a una masa descontrolada que básicamente se mueve por impulsos miméticos.

Por supuesto la base de todo es el usual conflicto capriano entre David y Goliath, con el típico hombre bueno enfrentado con honestidad a situaciones injustas.

Nota: 7,5