Esperaba con muchas ganas esta tercera parte de Expediente Warren y no era para menos, pues las 2 anteriores fueron muy buenas. Se sabía desde hace tiempo que el gran James Wan no estaría en la dirección de esta nueva entrega, lo que no era nada alentador para los amantes del terror ni para el devenir de la saga. Según parece, el cineasta malayo ha abandonado provisionalmente el género en el que con seguridad más ha sobresalido. Por lo pronto, vamos a hablar de este filme, que me estoy enrollando demasiado. Esta vez nos vamos a los años 80, cuando nuestro querido matrimonio intenta demostrar la inocencia de un joven condenado a muerte por cometer asesinato. La película empieza fuerte con un ritmo alto y una buena dosis de sustos. Luego, presenciamos un cambio notorio con la investigación, la cual nos lleva de lleno al thriller. No obstante, hay que resaltar que el horror no abandona la pantalla en ningún momento. Eso sí, la sensación que produce este no se acerca a la experimentada en las predecesoras, en ese aspecto hay una diferencia notable que juega en contra de esta continuación. Aun así, recuerdo que el film que nos ocupa se aleja en cierto modo de la temática de casas encantadas y eso ya supone un atrevimiento que debe tenerse en cuenta a la hora de valorarlo. El guion funciona pese a no ofrecer gran cosa en cuanto a argumento y situaciones concretas. La trama es interesante y no abusa nunca del susto fácil que estamos hartos de ver. Del reparto solo me puedo quedar con la casi siempre maravillosa Vera Farmiga, quien brilla con mucha diferencia sobre el resto. Desde luego la actriz ha hecho suyo el personaje de Lorraine Warren. Los demás están a la altura, pero no destacan. Dudo mucho que esto sea el final de Expediente Warren, de hecho no descarto una cuarta parte con el mismísimo James Wan como director, todo es posible. Termino alegando que este es un producto valiente que rompe con lo que la franquicia había propuesto hasta ahora, aunque claramente se trata del menos bueno de los 3.