La nostalgia no es buena compañera. Lo nubla todo entre la idealización de un tiempo mejor que, probablemente, nunca existió. No sé si ese sentimiento empaña mi valoración sobre este filme, pero me ha gustado mucho. Una mirada fresca a la adolescencia, a la exploración sexual, a la despreocupación, al verano. Las actuaciones me parecen muy acertadas y, a pesar de que el nominado al Goya fue Vilches, yo soy más de Ramallo. Quizás tenga una debilidad por sus interpretaciones adolescentes.

Lo mejor: La amabilidad con el espectador.
Lo peor: La escena de la caravana. Me violentó mucho. Desconozco el sentido de incluirla y si hace 22 años se consideraba poco más que una chiquillada.

PD: Después de «La buena vida», ver a Fernando Ramallo despedirse de sus padres en «Krámpack» da cosica.