Muchos diálogos grandilocuentes, palacios venecianos y villas mallorquinas de superior suntuosidad, trajes ampulosos de los de 1830, guapas y guapos melenudos y prominentes patillas, y hasta un monstruito de Frankenstein que da más risa que otra cosa...y además, se pasan media película en la playa y toda ella con clásicos populares como banda sonora...pero es de una vacuidad alarmante, no tiene chispa, no emociona, el director parece que se preocupa más por qué todo el elenco vaya de punta en blanco que de contarnos una historia novelesca tremebunda con final trágico de las que abundaban en el Romanticismo.
Me he quedado más frío que un pez de los que pudieran pescar en la playa esa donde dan paseos y más paseos sin ton ni son; como anécdota, sale una jovencísima Aitana Sánchez Gijón (que ni sé lo que pinta ahí), y hasta una Bibiana recién operadita...en fin como pretencioso film esteticoide, pues pasa, pero nada más, y poco que ver con el Byron ni con los Shelley históricos, una fantasía mixta cine-literatura que se le ocurrió a Suárez mientras se fumaba un puro...