Ingredientes:

-Parejita de adolescentes, blanca y heterosexual. Poco viciosillos. Nada de sexo antes del matrimonio. Algún beso candoroso y miraditas cómplices, pero ya. Manos pero que muy quietas.

-Diferencia social entre la parejita. Bien que ella sea pobre y el de familia requetebién, o que el sea malote y ella una santa.

-Una familia desestructurada. Podemos tener padres divorciados o viudos. Es fundamental que si son divorciados, sea el padre el que esté muy arrepentido y busque una reconciliación familiar. La madre es siempre de moral intachable. El pecador siempre es el padre, salvo que sea un religioso.

-Enfermedad (ver spoiler) de alguno de los protagonistas.

-Algún arrepentimiento por una mala acción (no muy mala, solo un poquito).

-Buenas acciones por parte de uno de los protagonistas para mostrar su caridad cristiana.

-El chico suele tener una pandilla de malotes de medio pelo. Cuando se portan mal, corren a disculparse y confesar afligidos su pecado.

-Prohibidas las drogas, el sexo salvaje, la diversidad sexual, la zoofilia, los tatuajes y la música rap. Como mucho AOR y muy suavecita en el contenido.

-Aparición de la Iglesia y de la vida religiosa. Se puede ser algo descarriado pero siempre se vuelve al redil.

-Opcional: algún hermano menor, para provocar más llanto, o algún pecador sin remisión.

Mezcle todo ello, agítelo bien, extiéndalo sobre la pantalla y podrá obtener un lacrimógeno filme, de esos que gustan a las adolescentes y que recordarán con un tissue en sus manos, como si fuese una obra maestra del melodrama, aunque sea un churro telefílmico de garrafón. Es lo que tiene la inocencia quinceañera.

Recomendación: Compre un par de cajas de kleenex. Las necesitará.

PD: Si aguantan hasta los créditos finales, disfrutarán de un dúo de la Cyrus con Bisbal, miniaturas en metal.