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Voto de elviajero:
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Terror
Un siniestro enterrador que se hace llamar Zé do Caixao quiere encontrar a la mujer perfecta para que su estirpe se prolongue. Para ello va secuestrando, aterrorizando y torturando a diversas mujeres. (FILMAFFINITY)
22 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con esas palabras pronunciadas por un extraño personaje con sombrero de copa y cara de alucinado da comienzo un monólogo con el que se nos presenta a uno de los personajes más peculiares y fascinantes del cine de terror, Zé do Caixao, sepulturero, filósofo, poeta y asesino, entre otras cosas.
Un personaje con una pinta estrafalaria (traje y capa, sombrero de copa, barba, uñas interminablemente largas) que se burla de la religión y lanza tremebundos discursos sobre la vida, la muerte y la libertad, que no duda en violar y matar pero que no soporta que se maltrate a un niño en su presencia, que es sádico y despiadado pero siente remordimientos que le atormentan, y que no se detiene ante nada en su búsqueda de la mujer adecuada para darle un hijo que sea "la continuidad de su sangre", protagonizando de paso escenas de violencia inusual para la época y regalándonos momentos extrañamente magnéticos (el monólogo inicial, la escena de la carne y la procesión, el discurso del cementerio).
La frenética convicción con que José Mojica Marins, (también director, guionista y productor de la cinta) le interpreta contribuye a dotar al personaje de un carisma especial, y la complejidad del personaje en sí mismo asombra, sobre todo dado que "nace" en una época en que la norma en el cine de terror eran los monstruos de cartón piedra y carácter más o menos sobrenatural.
Los demás personajes no están demasiado desarrollados, y se nota que la película se grabó con unos medios exiguos y un equipo aficionado: las interpretaciones son muy teatrales, los decorados están hechos con dos cuartos y los efectos no tienen nada de especial, pero poco importa. Esta película es, sobre todo y ante todo, para bien o para mal, el personaje de Zé do Caixao. Y con eso basta y sobra.
Un personaje con una pinta estrafalaria (traje y capa, sombrero de copa, barba, uñas interminablemente largas) que se burla de la religión y lanza tremebundos discursos sobre la vida, la muerte y la libertad, que no duda en violar y matar pero que no soporta que se maltrate a un niño en su presencia, que es sádico y despiadado pero siente remordimientos que le atormentan, y que no se detiene ante nada en su búsqueda de la mujer adecuada para darle un hijo que sea "la continuidad de su sangre", protagonizando de paso escenas de violencia inusual para la época y regalándonos momentos extrañamente magnéticos (el monólogo inicial, la escena de la carne y la procesión, el discurso del cementerio).
La frenética convicción con que José Mojica Marins, (también director, guionista y productor de la cinta) le interpreta contribuye a dotar al personaje de un carisma especial, y la complejidad del personaje en sí mismo asombra, sobre todo dado que "nace" en una época en que la norma en el cine de terror eran los monstruos de cartón piedra y carácter más o menos sobrenatural.
Los demás personajes no están demasiado desarrollados, y se nota que la película se grabó con unos medios exiguos y un equipo aficionado: las interpretaciones son muy teatrales, los decorados están hechos con dos cuartos y los efectos no tienen nada de especial, pero poco importa. Esta película es, sobre todo y ante todo, para bien o para mal, el personaje de Zé do Caixao. Y con eso basta y sobra.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Un par de curiosidades:
El personaje de Zé do Caixao llegó a ser tan popular en el Brasil de los 60 que aparecía en anuncios, protagonizó su propia serie de comics e incluso se vendieron figurillas con su efigie.
Aunque esta película fue un éxito de taquilla en su país en su momento, su artífice no vio un duro de la recaudación ya que vendió los derechos de distribución por cuatro perras agobiado por las deudas que había contraído para poder rodarla.
Se dice que para poder terminar la película el equipo tuvo que trabajar en turnos de 24 horas, y que el propio Mojica se atiborraba de anfetaminas para soportar ese ritmo. Igual eso explica la cara de alucinado del amigo Zé.
El personaje de Zé do Caixao llegó a ser tan popular en el Brasil de los 60 que aparecía en anuncios, protagonizó su propia serie de comics e incluso se vendieron figurillas con su efigie.
Aunque esta película fue un éxito de taquilla en su país en su momento, su artífice no vio un duro de la recaudación ya que vendió los derechos de distribución por cuatro perras agobiado por las deudas que había contraído para poder rodarla.
Se dice que para poder terminar la película el equipo tuvo que trabajar en turnos de 24 horas, y que el propio Mojica se atiborraba de anfetaminas para soportar ese ritmo. Igual eso explica la cara de alucinado del amigo Zé.