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Voto de Maese Huvi:
8
9 de abril de 2008
42 de 47 usuarios han encontrado esta crítica útil
Suna no onna es una película compleja, con un clima asfixiante y claustrofóbico que va más allá de una lectura superficial: la de un hombre atrapado en un lugar en el que no quiere estar. Un hombre que pasa unos días buscando insectos en una zona desértica pierde el autobús de vuelta a la ciudad y es engañado por las gentes del lugar para pasar la noche en una casa situada en un pozo de arena. Para llegar a ella debe descender por una escalera. Allí vive sólo una mujer y pronto comprueba que no puede escapar al ser retirada la escalera. Los lugareños secuestran a foráneos y les obligan a vivir allí junto a las gentes del lugar para evitar el éxodo de los jóvenes a la ciudad. Se encuentra prisionero dentro de una cárcel de arena que se desmorona y le gana terreno a la casa poco a poco, pero de la que no parece posible escapar, aunque él no cesa de intentarlo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Desde el comienzo se establece una relación compleja entre el hombre y la mujer. El contenido sexual latente es evidente y ofrece una lectura psicoanalítica interesante. La mujer se ofrece sexualmente al hombre, le busca, si bien sutilmente, a lo que él, finalmente accederá, si bien no por placer o deseo sexual auténticos, sino indolentemente. Hay una imagen de la mujer como secuestradora, un miedo a la sexualidad, al amor, a la mujer como aquello que le roba una parte de su vida al hombre y si bien éste al final acaba cediendo a sus impulsos, continúa, a escondidas, tratando de escapar de allí, desea huir de la mujer, de los sentidos. Se aprecia aquí un punto de misoginia, consciente o inconsciente, pero que sale a la luz si se escarba un poco, tal y como el hombre escarba en la arena para escapar de esa prisión.
La arena, tan protagonista de la película como los actores (algunas de las imágenes de la arena fluyendo como si fuese agua son de una belleza deslumbrante), puede interpretarse tanto como una barrera material como una metáfora del tiempo, de la vida que corre y que va sepultando las ilusiones, los deseos de ver algo más allá de lo que tenemos junto a nosotros, al alcance de la mano. ¿No es otra cosa lo que nos aguarda más que ser sepultados bajo la arena (absorbidos por el tiempo) como las grandes ciudades de la antigüedad? Pero, sin embargo, seguimos tratando de escapar a su avance incontenible, buscando los medios de sortear sus obstáculos, sus barreras infranqueables, aunque para ello haya que abandonar lo poco que tenemos y adentranos en una noche en la que (también) sólo hay arena, aunque nos permita una cierta libertad de la que no gozábamos en nuestro pequeño pozo.
La pregunta que le hace él a ella en un determinado momento: "¿Quitas arena para poder vivir o vives para poder quitar arena?" podría entenderse como un resumen de nuestra existencia (¿trabajamos para vivir o vivimos para trabajar?). La metáfora de una sociedad que se descompone, tal y como la arena, pero de la que (como ese pozo absurdo) no podemos escapar nos lleva a preguntarnos qué hacer: Acomodarnos a una existencia que no es tan mala si se mira de determinada forma o tratar de escapar a pesar de todo, aun si saber que nos aguarda fuera, quizás unas arenas movedizas que nos traguen sin más remedio o el desierto en el que morir irremediablemente de sed. Quizás sea ésta la clave (y no sólo de la película). El protagonista, a pesar de todo, no se resigna. ¿Estamos pues ante una distopía conservadora (no merece la pena tratar de escapar) o un canto a la utopía (hay que intentarlo de todos modos)? Gran parte del encanto de la película procede de su ambigüedad. Que decida cada cuál.
La arena, tan protagonista de la película como los actores (algunas de las imágenes de la arena fluyendo como si fuese agua son de una belleza deslumbrante), puede interpretarse tanto como una barrera material como una metáfora del tiempo, de la vida que corre y que va sepultando las ilusiones, los deseos de ver algo más allá de lo que tenemos junto a nosotros, al alcance de la mano. ¿No es otra cosa lo que nos aguarda más que ser sepultados bajo la arena (absorbidos por el tiempo) como las grandes ciudades de la antigüedad? Pero, sin embargo, seguimos tratando de escapar a su avance incontenible, buscando los medios de sortear sus obstáculos, sus barreras infranqueables, aunque para ello haya que abandonar lo poco que tenemos y adentranos en una noche en la que (también) sólo hay arena, aunque nos permita una cierta libertad de la que no gozábamos en nuestro pequeño pozo.
La pregunta que le hace él a ella en un determinado momento: "¿Quitas arena para poder vivir o vives para poder quitar arena?" podría entenderse como un resumen de nuestra existencia (¿trabajamos para vivir o vivimos para trabajar?). La metáfora de una sociedad que se descompone, tal y como la arena, pero de la que (como ese pozo absurdo) no podemos escapar nos lleva a preguntarnos qué hacer: Acomodarnos a una existencia que no es tan mala si se mira de determinada forma o tratar de escapar a pesar de todo, aun si saber que nos aguarda fuera, quizás unas arenas movedizas que nos traguen sin más remedio o el desierto en el que morir irremediablemente de sed. Quizás sea ésta la clave (y no sólo de la película). El protagonista, a pesar de todo, no se resigna. ¿Estamos pues ante una distopía conservadora (no merece la pena tratar de escapar) o un canto a la utopía (hay que intentarlo de todos modos)? Gran parte del encanto de la película procede de su ambigüedad. Que decida cada cuál.