Sin vergüenza alguna, Kenneth Branagh, ha conseguido materializar el cuento carne y hueso. Un cuento de hadas deslumbrante, exagerado y fantástico. Apoyándose en el superlativo vestuario confeccionado por Sandy Powell (merecedora de un nuevo Oscar), en el desbordante diseño artístico de Dante Ferretti y en las deslumbrantes caracterizaciones de Cate Blanchett y Helena Bonhan Carter, con unos roles que bien podrían intercambiar sin paliar el resultado final.
Aunque fuese una ardua tarea, con este trabajo han conseguido la mejor versión de Cenicienta de todas las existentes hasta la fecha. Con una enorme ambientación, un estilo arrebatador y un mensaje sabio y atemporal. Y es que, ante la imposibilidad de innovar o sorprender con un trabajo de encargo sobre una historia archiconocida, alcanzar la perfección técnico visual era su mejor y más emocionante posibilidad.
Sin llegar a exagerar, lo clásico y banal puede llegar a funcionar, y este film es pura banalidad. Almibar azucarado, algodón de azúcar rosa chillón, delicioso caramelo para almas románticas y soñadoras, un placer culpable y disfrutable con forma de pastelillo glaseado.
En definitiva, una obra preciosa, una joya de cuento de hadas. Por si los cuentos no se hacen realidad en la vida terrenal, siempre tendremos esta película.