Un film lleno de ternura, y pródiga sinceridad. Nada más y nada menos. Pura emoción veraniega. De las más bellas operas primas que te puedas encontrar. Y más en estos tiempos revueltos de la era Trump.
Un film que brilla por su luminoso aprendizaje vital. Una historia simple, lenta, muy realista y lógica con una última escena que marca un epilogo precioso e imperdible.
En sumario, Verano 1993, es un sublime plan para pasar cualquier día de cualquier estío, no solo para el del 93.