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España España · Valencia
Voto de Letrado:
8
Drama El duque de York se convirtió en rey de Inglaterra con el nombre de Jorge VI (1936-1952), tras la abdicación de su hermano mayor, Eduardo VIII. Su tartamudez, que constituía un gran inconveniente para el ejercicio de sus funciones, lo llevó a buscar la ayuda de Lionel Logue, un experto logopeda que intentó, empleando una serie de técnicas poco ortodoxas, eliminar este defecto en el habla del monarca. (FILMAFFINITY)
2 de marzo de 2011
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El "Discurso del rey" es una película de actores, con todo lo bueno que ello conlleva (interpretaciones magistrales) pero ninguno de sus defectos, que suelen derivarse del ritmo lento, la monotonía y la sensación de que lo que se ha visto no sirve para nada.

Lo cierto es que tras el visionado de "El Discurso del Rey", uno se para a pensar en las grandes figuras que salpicaron el período convulso de los años 30 y 40 en el mundo. Hoy en día es difícil encontrar gobernantes y aun políticos de su envergadura. Y todo ello dejando de lado debates sobre si es o no necesaria la monarquía en un país como Inglaterra, que sin duda darían para llenar críticas y críticas en esta santa página.

Baste decir que Colin Firth es Jorge VI de la cabeza a los pies. Su tartamudeo es tan flagrante, que a veces sufres en la sala del cine, deseando que arranque de una vez una maldita palabra. Su Óscar, más que merecido a mi juicio, no hace sino dar fe de su labor. Pero no se quedan atrás otros intépretes, como la Bonham Carter (que sabe hacer algo más que papeles raritos para su marido), que borda a la muy querida por tierras anglosajonas, Reina Madre.

Sin embargo, para mí, la guinda del pastel la pone mi querido Geoffrey Rush, un actor como la copa de un pino y de los que ya quedan pocos. Pendiente aun de ver el trabajo de Christian Bale en "The Fighter", diré que no entiendo como no se ha llevado él otro galardón.

Además del trío protagonista y un soberbio elenco de secundarios, destaca un guión centrado en la relación de un monarca que sólo reconoce categorías en las personas, y un doctor que reconoce personas aun a pesar de las categorías. El toma y daca entre ambos será algo muy digno de tener en cuenta a lo largo del metraje.

Y se tratan otros temas, por supuesto: la superación personal, el sentido del deber o la nobleza, no necesariamente vinculada a los títulos. Cosas sobre las que meditar seriamente y que van más allá del "Pim-Pam-Pum" tan tradicional en los Blockbusters de moda. Esto también es de agradecer.

En definitiva, una película deliciosa. Se la recomiendo encarecidamente.
Letrado
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