Ésta es la historia de un americano en Italia. Todo comienza con el americano, que es un asesino, buscando un sitio discreto en el que esconderse de la mafia. Y qué mejor lugar para pasar desapercibido que un pequeño pueblecito de cincuenta habitantes con un solo restaurante y un cura chismoso. Si tú, amigo lector, quisieras esconderte de la mafia dónde lo harías. Elige, en una gran ciudad o en una pequeña aldea donde des un cantazo de la hostia. Pues eso mismo digo yo.

Y a partir de ahí todo igual, un despropósito absoluto. Muchachas que van al campo a hacer prácticas de tiro con modelazo minifaldero y botitas de tacón; Clooney que se nos enamora cual pollino de una meretriz, interpretada por una actriz muy mona que responde al sugestivo nombre de Violante Placido; y lo mejor, el cura del pueblo confesándole al asesino sus pecadillos guarros del pasado. No sé en qué estaría pensando Anton Corbijn, responsable de esta cosa, cuando la perpetró, pero mucho me temo que demasiado lúcido no debía de estar.

Porque digo yo: qué hace un curtido asesino americano en Italia, intentando pasar desapercibido en un pueblucho de mierda, enamorándose de la primera puta con la que se acuesta y haciéndose amigo del cura del pueblo. Ma qui cossa fai, madonna santissima dil amore fermoso.