Vinterberg cuenta una historia sobre alcoholismo, convincente pero irregular. En sus mejores momentos, es decir, los que se ven envueltos de introspección y desarrollo psicológico de su protagonista Mads Mikkelsen, es emotiva y brillante. Pero cuando la película se aleja de estos rangos emotivos y solo se limita a ser objetiva, mostrando acciones tragicómicas sin más, se aleja de sí misma. Me gusta menos, o conecto menos, con la parte cómica de ciertas escenas. No tiene la intensidad de algunas de sus obras cumbres como "Celebración" o "La caza", que son películas que no nos dejan respirar. En "Otra ronda", podemos tomar aire unas cuantas veces, el ritmo es menos trepidante y, por eso mismo, el mensaje no cala igual.