Ciertamente no es una obra maestra del cine. Sin embargo resulta entretenida y se ve con simpatía por el buen hacer de la protagonista y por el gran trabajo de una secundaria de lujo: Jane Alexander; que interpreta el papel de la tía del protagonista masculino.

Además me ha gustado porque no aborda la navidad con todos los tópicos propios de las producciones norteamericanas. En este telefilm se ve la Navidad como un estado de ánimo, como un deseo de mejorar la vida de los demás, como un esfuerzo común y solidario. En fin, como un acto de amor al prójimo.

Por lo demás, la historia está bien ambientada y discretamente desarrollada. Resulta más tierna que sensiblera. Y además tiene la duración justa para agradar sin resultar pesada. Son 83 minutos de entretenimiento sin pretensiones, sin violencia y sin efectos especiales. Lo cual se agradece en una época en que se prodigan las películas cargadas de supuesta profundidad, de violencia gratuita y de efectos especiales más sofocantes que impactantes.

Es una película para ver en familia y que puede ser disfrutada por niños y adultos, siempre que estos últimos conserven el suficiente espíritu infantil como para disfrutar de las cosas sencillas.